El 2022 fue un año en el que la seguridad alimentaria, la nutrición y los sistemas alimentarios sostenibles estuvieron en el centro de las discusiones a nivel mundial. A solo ocho años de 2030, estamos aún muy lejos de alcanzar las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Es claro que los ODS son un asunto que nos compete a todos, y, aunque se hacen numerosos esfuerzos por cerrar las brechas existentes, parecen ser insuficientes para lo que falta.

Es necesario entender que, para avanzar en estos objetivos, los recursos públicos resultan escasos y que es imperativo sumar al sector privado y promover alianzas que apalanquen, no solo recursos, sino capacidades. Adicionalmente, también es fundamental tener presente que, de los 169 indicadores de los ODS, 78% dependen, al menos parcialmente, de lo rural y uno de cada cinco exclusivamente de lo rural. Sumado a esto, se ha encontrado que el indicador de hambre cero es motor de impulso para otros tres indicadores más . Es claro entonces que los esfuerzos que hagamos en el ámbito rural tendrán un impacto importante en alcanzar las metas de los ODS a 2030.

La crisis climática impacta de manera severa la producción de alimentos, su disponibilidad y sus precios. La agricultura campesina familiar y comunitaria (ACFC) tiene un rol determinante en la transformación y la preservación de los sistemas alimentarios, y la posibilidad de implementar prácticas para la transición agroecológica y lograr comunidades más saludables, sostenibles e inclusivas.

En Colombia, el 2022 también fue un año en el que las prioridades de Gobierno pusieron de frente la agricultura familiar y el pequeño productor, responsable de más del 70% de la producción de alimentos en el país . Lo que hace aún más importante hablar de los sistemas alimentarios sostenibles como la alternativa para lograr las transformaciones que se requieren para mejorar las condiciones de seguridad alimentaria y nutricional y el bienestar socioeconómico de las comunidades rurales y urbanas del país.

En línea con el contexto y las necesidades más puntuales de la población rural en el país, la Fundación Alpina trabajó de manera más consciente en los conceptos de agricultura familiar y comunitaria y sistemas agroalimentarios sostenibles, fortaleciendo el sistema de extensión rural RASSA y desarrollando un instrumento para la caracterización agroecológica de las fincas rurales. Nuestra idea es poder compartir y robustecer este instrumento con distintos actores para generar una mayor conciencia en el proceso que se requiere para avanzar en la transición agroecológica. En este camino, fuimos invitados a ser miembros de la Coalición Agroecológica, plataforma de la que hacen parte más de 44 países del mundo y 94 organizaciones, que busca escalar acciones para alcanzar los desafíos globales y contribuir con la transformación de los sistemas alimentarios.

De igual manera, pensando en cómo llegar de manera más cercana a las familias rurales, generamos, en conjunto con estudiantes de Proyecto Campaña Visual Atl btl de Facultad de Arte y Diseño del Programa de Publicidad de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, un producto de transferencia de conocimiento tangible, como una radionovela sobre equidad de género que acerca el entendimiento de conceptos clave para avanzar en este tema en el campo.

Con el firme convencimiento de que para avanzar en el logro de los retos sociales y en particular los asociados a quienes viven en el campo, es necesario sumar esfuerzos, en el 2022 iniciamos un nuevo camino para el trabajo en alianzas, que nos permita consolidar esquemas de colaboración de largo plazo y estrategias para la trasferencia de conocimientos, enfocados en generar mejores condiciones para la sostenibilidad de los resultados y fortalecer capacidades con actores del territorios.

En la Fundación Alpina estamos convencidos de que se requiere trabajar mancomunadamente para lograr transformaciones sociales y productivas en el campo, donde persisten grandes retos por superar. Nuestro gran propósito es trabajar para transformar la vida de familias, comunidades y organizaciones del sector rural, a través de proyectos productivos replicables, que contribuyen a plasmar una nueva realidad en el campo colombiano. Por eso, como Laboratorio Social, buscamos aportar más allá de lo que hacemos a través de proyectos y construir conocimiento que pueda contribuir, a nosotros mismos y a otros, a tener mejores herramientas para enfrentar problemáticas asociadas con la agricultura familiar en el marco de sistemas agroalimentarios sostenibles.

Y es para nosotros motivo de orgullo que esto sea reconocido. En primer lugar, en el marco del II Encuentro Latinoamericano de Experiencias Exitosas de Extensión Rural – El Campo Innova –nuestra metodología SER RASSA, recibió un reconocimiento por ser inclusiva y tener un enfoque de equidad de género, además de los logros sociales, económicos y ambientales demostrados y documentados.

Adicionalmente, el Departamento de Prosperidad Social premió diversas iniciativas que aportan a la superación de la pobreza en Colombia y recibimos este reconocimiento por los resultados del proyecto de fortalecimiento de la cadena láctea que contribuyó a mejorar las condiciones de vida de más de 1400 familias de pequeños productores del Departamento del Cauca entre 2019 y 2021.

Finalmente, vale la pena resaltar que la Fundacion fue un caso documentado de Filantropía Efectiva en América Latina por la Universidad del Pacífico del Perú y el Centro de Filantropía e Inversiones Sociales – Universidad Adolfo Ibáñez, Chile, reconociendo el trabajo asociado a gestión del conocimiento y a transitar de ser una gestora de proyectos, hacia un Laboratorio Social.