El 2024 fue un año de grandes retos y aprendizajes, marcado por un panorama social desafiante, tanto a nivel global como en el contexto colombiano. Eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones afectaron la producción agrícola y la seguridad alimentaria, situación que evidenció aún más las desigualdades que persisten en nuestra sociedad. Sin embargo, este también fue un año en el que la agricultura campesina, familiar y comunitaria (ACFC) se posicionó como un actor clave en la construcción de un futuro más sostenible.
En el marco de la COP16, celebrada en Cali, se resaltó en múltiples espacios el liderazgo de los agricultores a pequeña escala en la conservación de la biodiversidad y, con ello, la resiliencia de los sistemas alimentarios. Cualquier esfuerzo por proteger la biodiversidad debe partir del reconocimiento de quienes habitan y cuidan los territorios. Las problemáticas sociales y ambientales están estrechamente entrelazadas: no podemos hablar de conservación sin incluir a las personas, sus culturas, sus saberes y sus necesidades. Son ellas las verdaderas guardianas de los ecosistemas.
Colombia, como uno de los países más biodiversos del mundo, tiene una oportunidad invaluable para liderar la acción en favor de la naturaleza. Pero para lograrlo, es fundamental reconocer y fortalecer el rol central de la ACFC, que genera entre el 40 % y el 70 % de los alimentos que se consumen en el planeta. A pesar de su relevancia, el 22 % de esta población vive en condiciones de pobreza y el 31 % enfrenta inseguridad alimentaria. En la Fundación Alpina creemos firmemente que la agricultura a pequeña escala es clave tanto para la seguridad alimentaria como para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad.
El fortalecimiento de los sistemas alimentarios sostenibles no solo mejora las condiciones de vida de los productores rurales, sino que también protege servicios ecosistémicos esenciales como el suelo, el agua y los recursos genéticos. No obstante, los medios de vida de la ACFC dependen en gran medida del acceso a estos recursos naturales y, al mismo tiempo, son los más vulnerables a los efectos del cambio climático, sin contar con mecanismos de protección adecuados.
El cambio climático ya no es una amenaza lejana: está aquí y está transformando nuestras realidades, destruyendo ecosistemas y agravando la inseguridad alimentaria. Colombia no ha sido la excepción. En La Guajira, por ejemplo, en el municipio de Manaure, algunas comunidades con las que trabajábamos perdieron sus huertas caseras y comunitarias, así como sus animales, debido a las inundaciones de noviembre. En otras palabras, vieron desaparecer sus medios de vida.
A pesar de esta situación, gracias a su capacidad de adaptación y al fortalecimiento de habilidades técnicas y socioemocionales promovidas en nuestros procesos, estas comunidades lograron organizarse para restablecer sus unidades productivas. Desde la Fundación Alpina, además, lanzamos una campaña de recaudación de fondos que nos permitió entregar, en una primera fase, mantas, kits de aseo y mercados a todas las familias con las que habíamos trabajado y que no contaban con otro tipo de apoyo. También extendimos esta ayuda a 16 familias de la comunidad de Barranco, con quienes iniciaremos trabajo en 2025.
Por otro lado, el corregimiento de Nazareth, en el municipio de Uribia, quedó aislado debido a las mismas lluvias. Sin embargo, las comunidades wayuu con las que trabajamos nos compartieron un dato esperanzador: las huertas que establecieron a través de los proyectos de la Fundación les permitieron garantizar el acceso a alimentos durante la crisis climática.
Transformar los sistemas alimentarios implica construir soluciones conjuntas entre todos los actores: comunidades y agricultores, sector privado, inversionistas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil. Esta transformación requiere una visión sistémica y acciones concretas que aborden múltiples dimensiones, como el fortalecimiento de capacidades, la habilitación de condiciones para arraigar proyectos de vida, el acceso a tecnología e internet, financiamiento adecuado y la consolidación de bienes públicos.
El trabajo realizado este año junto a comunidades y familias participantes refleja nuestro compromiso con esta transformación. Cada pequeño productor, cada mujer, cada familia que logra fortalecer su resiliencia frente a la variabilidad climática y los desafíos de la vida nos inspira y nos impulsa a seguir adelante.
Desde esta visión, hacemos un llamado a sumar y complementar recursos, talentos y conocimientos. Si algo nos dejó la COP16 es la certeza de que solo alineándonos en torno al impacto y a las transformaciones necesarias podremos avanzar en la restauración de los ecosistemas y la preservación de la biodiversidad. Y esto, como ya mencioné, significa poner en el centro a la agricultura campesina, familiar y comunitaria.
En nuestro compromiso con enfrentar el cambio climático, asumimos dos acciones prioritarias para el 2025:
Formar un grupo de voluntarios multiplicadores comunitarios, compuesto por participantes de nuestros proyectos, que promoverán prácticas agroecológicas sostenibles, contribuyendo así a la resiliencia de sus sistemas de producción.
Implementar un mecanismo de seguros diseñado específicamente para los productores agropecuarios a pequeña escala, con el fin de proteger sus medios de vida ante eventos climáticos extremos.
Quiero cerrar este mensaje expresando mi profunda gratitud a cada uno de nuestros aliados, al equipo de la Fundación y, especialmente, a las comunidades y familias rurales con las que trabajamos. Ellas son nuestra razón de ser y el motor que nos impulsa a seguir construyendo un futuro con oportunidades de progreso sostenible para todos.
Camila María Aguilar Londoño
Directora Ejecutiva
Participantes con medios de vida fortalecidos
Esquemas asociativos fortalecidos
Departamentos impactados
Aliados estratégicos
Ingresos: 62% aumento promedio en los ingresos de las familias participantes.
Esquemas Asociativos: 47% de los participantes pertenecen a algún esquema asociativo.
Seguridad Alimentaria: 47% de los participantes producen y consumen alimentos con alto valor nutricional.
Agroecología: 100% de los participantes iniciaron la implementación de planes de transición agroecológica en sus fincas.
Eventos: 20 eventos, de los cuales 6 fueron en el marco de la COP 16, donde compartimos nuestros aprendizajes.
Xposible de Colsubsidio: Reconocimiento por la iniciativa Alta Guajira Indígena Productiva y Sostenible.
Asociación de Fundaciones Empresariales: Reconocimiento a las mejores prácticas en rendición de cuentas y gestión 2024, en la categoría Fundación Mediana.
Se desarrollaron procesos con:
Participantes en 7 municipios
Del total de participantes, el
son mujeres
Se fortalecieron, ademas,
esquemas asociativos
Contribuimos al cumplimiento de:
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